Si hay un personaje de la historia moderna al que prácticamente todo el mundo adoraba era ella. Hay infinidad de cosas por las que recordarla, unas agradables y otras no tanto, pero en el mundo de la moda será recordada siempre como un icono de estilo.
Un estilo que fue perfeccionando a lo largo de su vida. Durante sus primeros años de matrimonio con el príncipe Carlos de Inglaterra, sus modelos eran recatados como exigía la etiqueta británica, de tal forma que conseguía echarse muchos años encima.
Su gusto por las mangas abullonadas, los volantes, los cuellos aparatosos y las telas brillantes era excesivo hasta para la década en la que los llevaba, los temidos 80. Su vestido de novia fue uno de los más imitados de la historia, aunque hoy pueda parecer una atrocidad
Poco a poco su gusto se fue puliendo, como consecuencia entre otras cosas de su amistad con diseñadores como Gianni Versace o Valentino. Fue una de sus primeras muestras de rebeldía, no vestir únicamente diseños británicos
El 9 de noviembre de 1985, la princesa sorprendía a propios y extraños inaugurando un baile de gala en la Casa Blanca con John Travolta, y un fabuloso diseño de Victor Edelstein, y nos dejaba esta imagen memorable
Le encantaban los sombreros, y le sentaban como a nadie. No dudaba en lucirlos en las ocasiones en las que el protocolo lo recomendaba
Era una absoluta enamorada del bolso chouchou de Dior, tanto es así que la casa lo rebautizó como Lady Dior en su honor
El mundo de la moda se rindió a sus pies. Para el recuerdo quedará siempre el reportaje que Mario Testino le hizo para Vogue
15 años ya, y aún perdura su memoria